La biorresonancia se basa en que toda materia viva emite campos electromagnéticos. Estos campos oscilan y producen unas vibraciones que pueden ser captados como ondas por los aparatos de biorresonancia a través de unos electrodos, del mismo modo que una radio puede captar las ondas.
Las ondas fisiológicas o normales de nuestro cuerpo pueden ser alteradas por otras vibraciones procedentes de virus, bacterias, hongos, toxinas, estados emocionales, etc. que provocan cambios en ellas ( en su amplitud, frecuencia o intervalo) y conducen a una mala función orgánica.
El equipo de biorresonancia capta tanto las señales normales como las perjudiciales. Es capaz de discriminar qué ondas son normales y cuales no, invertir su señal patológica y reenviarla a nuestro organismo para ayudarle a sanarse.
El tratamiento de Biorresonancia nunca puede enviar señales nocivas para nuestro cuerpo, por lo que carece de efectos secundarios y contraindicaciones y puede utilizarse con cualquier otro tipo de terapia, tanto natural o alternativa como alopática. En mi caso, lo asocio a la homeopatía, mejorando sus resultados y obteniendo una respuesta más rápida.
El paciente recibe la terapia sentado, apoyado en un cojín modulador y sujetando unos electrodos en las manos. No nota nada, ningún calambre o efecto desagradable ni doloroso.
Se utiliza en gran número de patologías, tanto agudas como crónicas, y es especialmente indicado en el tratamiento de las alergias cuando se conoce el alergeno. Si, por ejemplo, tenemos alergia a nuestro perro o gato utilizamos pelo del animal que se colocará en una ampolla de cristal en el electrodo de entrada de la máquina y haremos una inversión de la señal que llegará a nuestro cuerpo. En 3 o 4 sesiones, espaciadas 15 días entre sí, conseguiremos modular la reacción alérgica y poder estar con el animal sin problemas.